La vivienda ubicada en un entorno privilegiado, con uno de los mejores climas del mundo, surge de su implantación en el lugar, de los sueños y necesidades de los clientes. Una parcela con una fuerte pendiente que desciende hacia el Norte y unas vistas excepcionales que se abren al valle de Caracas y a la majestuosa presencia del cerro El Ávila con sus 1.765 m sobre la ciudad, montaña que protege y cobija a todos sus habitantes por igual.
Entendiendo estas características, la casa debía abrirse hacia las visuales y adaptarse a lo que proponía el terreno. Queríamos que todos los espacios del programa áreas pudieran conectarse con el exterior, por ello desarrollamos la vivienda en 4 plantas. Se establece la casa en la cota superior, nivel principal donde inicia nuestro diseño con un portón escultural amarillo que te recibe integrando los accesos peatonales y vehicular; en este nivel podemos adentrarnos a la intimidad del hogar donde se disponen la sala, el comedor, el baño de visitas con su jardín vertical y la cocina en un gran espacio abierto y continuo, donde todos disfrutan de las visuales a la ciudad. El Ávila queda enmarcado como si fuera un gran cuadro de 12 m de ancho x 4 m de altura.
En el nivel superior están las habitaciones levitando en el paisaje a través de sus planos horizontales que se proyectan hacia afuera, protegiendo de la luz solar los niveles inferiores, el techo de las habitaciones se abre en ángulo para potenciar las vistas hacia el cerro El Ávila. Hay un diseño estructural importante de placas en volado que permite que los elementos verticales no interrumpan las visuales.
Desde el nivel de acceso podemos, sin entrar a la casa, acceder al nivel piscina por medio de un recorrido sugerente a través de una escalera que ubicamos en el punto de inflexión de la parcela. Para eventos sociales este acceso independiente es muy práctico, acá encontramos el área de parrillera, terrazas en mármol, grama y madera, un espacio interior con un estar familiar y una oficina.
Propusimos un hogar que redefina la relación entre las personas que lo ocupan, la arquitectura y la naturaleza. Creemos que esto potencia la conexión de sus habitantes consigo mismos. Queríamos diseñar una morada donde los lazos familiares se estrechan y el hombre pueda desarrollar su espiritualidad en armonía con la naturaleza. Dejemos que la arquitectura desarrolle su poder.
Para lograr la anhelada apertura y a su vez perfilar los espacios, optamos por un sistema innovador de puertas aparcarles, sin marcos, realizadas en cristal extra claro que permite que la fachada Norte de la casa pueda abrirse en un 100%.
El proyecto se inicia adaptándose a la topografía haciendo que la arquitectura emerja del paisaje para luego elevarse y levitar con sus planos horizontales que se proyectan en el espacio, cortan el aire y como alas se adueñan del mismo.